Como cada año, celebramos nuevamente nuestra querida independencia patria, este año tubimos la llegada del nuevo embajador y su Sra., motivo por el cual la embajada nos solicito la publicacion del discurso de bienvenida que fué dado a la ocasión de la celebracion en la Casa de la América Latina, en Paris.
El discurso fué el siguiente:Conmemoración de 189 años de independencia de El Salvador:
Reunión con la comunidad salvadoreña y amigos de El Salvador
Palabras de Francisco Galindo Vélez, Embajador en Francia
(Maison de l’Amérique Latine, París, 19 de septiembre de 2010)
Compatriotas,
Amigos de El Salvador,
Embajadora Lorena Sol,
Sra. Consul en Lyon,
Sr. Consul en Biarritz,
Coronel Reyes,
Mi queridísima Fabiola,
Hoy conmemoramos 189 años de independencia y 199 años del primer intento de independencia. Estamos, pues, a las puertas de iniciar, para El Salvador, una serie de actos conmemorativos del Bicentenario que comenzarán este 5 de noviembre con una exposición cultural que cuenta con el apoyo de la Dirección de Cultura del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Al reflexionar sobre la independencia, es decir, los actos que llevaron a que El Salvador fuera país, vemos que hay tres rupturas, la ruptura con España, la ruptura con México y la ruptura de la Federación centroamericana; rehacer Centroamérica, ahora a través de la integración, sigue siendo uno de los grandes objetivos de la política exterior salvadoreña.
Y si pensamos en los que ha sido la trayectoria de El Salvador, digamos desde 1839 cuando se consolidó el colapso de la Federación centroamericana, constamos que se trata de un esfuerzo constante por construir un país. Fue claro que con solo declarar la independencia, o las independencias, no se hacía un país; había que construirlo. Y si bien esa independencia venía inspirada por los ideales de la Ilustración, el Siglo de las Luces, esas luces tardaron en llegar.
Tardaron porque si bien la idea de lo que debía ser el estado estaba bastante clara en el espíritu de muchos, libertad de expresión,libertad de asociación, libertad de culto, derecho a elegir y ser elegido, separación de poderes con pesos y contrapesos, instituciones fuertes y perdurables que continuaran con su trabajo independientemente de quién las dirigía, entre otros, en la práctica prevalecieron hombres fuertes para quienes las instituciones eran mero decoro, y que hicieron y deshicieron a su antojo. Y en economía, más que llegar a un verdadero capitalismo nos quedamos en versiones tardías del mercantilismo. Se trató, pues, de regímenes personalistas basados en el poder y no en el derecho. Hay una diferencia entre Estado fuerte y Gobierno represivo; en Europa, por ser el continente en que nos encontramos, hay ejemplos de Estados fuertes, sin gobiernos represivos; no necesitan serlo.
Tardaron porque si bien el estado lo concibieron eminentes juristas, y porque si bien para todo siempre hemos necesitado una ley, esas leyes, una vez aprobadas, fueron engavetadas. Una relación con la ley que a muchos de fuera y de dentro, cuesta entender.
Pero hubo tentativas para tratar de lograr un estado moderno basado en el derecho, por ejemplo, en 1948, que por distintos motivos no logró cuajar. La guerra, el proceso de paz y la construcción de la paz desde que se firmaron los acuerdos en Chapultepec el 16 de enero de 1992, han dado un impulso para que finalmente logremos el Estado basado en el derecho y dejemos atrás gobiernos basados en el poder, poder personal y personalista las más de las veces.
Con Chapultepec empezó también el esfuerzo de reconciliación, ese esfuerzo necesario para hacer la paz y hacer un país para todos los salvadoreños, un país donde quepan todos los salvadoreños, y todos los amigos de El Salvador desde luego. El Venado y El Colibrí, inspirados por el teatro ambulante del Siglo de Oro español, recorrieron el país leyendo sus poemas para mostrar que la paz y la reconciliación eran posibles, sus autores, Eduardo Sancho, el comandante Fermán Cienfuegos, uno de los negociadores de la paz por parte del FMLN, y David Escobar Galindo, poeta, uno de los negociadores de la paz por parte del Gobierno.
En Chapultepec se firmo la paz; callaron los cañones, pero a partir de allí comenzamos a hacer realidad la paz; a construirla. Tuvimos ayuda internacional y podemos destacar la Comisión de la Verdad que se ocupó de investigar las graves violaciones a los derechos humanos durante el conflicto, y que la dirigieron tres eminentes personalidades de Colombia, Venezuela y los Estados Unidos, y ONUSAL, pero también debemos destacar que la Comisión Ad Hoc, que se encargó de evaluar la fuerza armada la dirigieron tres nacionales.
Hemos aprendido a respetar opiniones políticas diferentes; hemos aprendido a no matarnos por tener opinión diferente; hemos aprendido a hacer elecciones limpias y a respetar la voluntad de los electores; hemos aprendido a respetar y aceptar que una antigua guerrilla se convirtió en partido político importante, que desde el inicio ganó importantes alcaldías y representación en la Asamblea Legislativa y que el año pasado ganó la Presidencia, y todo ha ocurrido sin sobresaltos, haciendo evidente que hay una institucionalidad que funciona; hemos aprendido que la separación de poderes, de pesos y contrapesos, es una realidad y que se manifiesta, por ejemplo, en las últimas decisiones de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, que pueden gustarnos o no, que demuestran el funcionamiento independiente de los poderes del Estado, tenemos una policía nacional civil y un ejército profesional que participa en operaciones de paz internacionales, y que ha sido llamado para hacer frente a los problemas de seguridad que enfrentamos.
Los desacuerdos, que los hay, se manifiestan en la Asamblea, se manifiestan por los medios, pero nadie se mata más por desacuerdos. Se respetan los derechos humanos y no hay presos políticos en El Salvador. Ya no se ignoran las instancias internacionales de Derechos Humanos, se colabora con ellas; ya no se ignora el pasado que vencía nuestras espaldas; ya no se elude responsabilidad. Para mí esto es muy importante, pues vengo del mundo de los derechos humanos; del mundo humanitario y me he incorporado al servicio exterior salvadoreño después de casi 30 años en las Naciones Unidas. No vengo, pues, a hacer carrera en el servicio exterior o en el Gobierno, mi carrera ya la hice y ya estoy jubilado, vengo a tratar de contribuir en algo, aportar algo, hacer algo por mi país, que nunca dejó de ser mi referente en mi largo andar por el mundo, en cuatro de cinco continentes.
Hay también conciencia, me atrevo a decir que creciente y más allá de fidelidades políticas, de que se necesita el desarrollo económico y social, para cimentar los avances logrados en el campo político. En 1999, durante esa vida anterior que ya mencioné, me tocó dar un discurso en un evento en San José que conmemoró 40 años de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y 30 años de la Convención Americana de Derechos Humanos, y di mi opinión sobre la relación que ha de existir entre derechos civiles y políticos por un lado, y derechos económicos, sociales y culturales por otro, y dije que tienen que ir de la mano, pues se refuerzan mutuamente y unos sin otros no son sostenibles en el tiempo. Este no es un gran descubrimiento mío, sencillamente lo demuestra la historia, cuando se estudia con espíritu abierto y sin ideas preconcebidas.
El desarrollo económico y social requiere la participación del Estado, del sector privado y de toda la población. En esa vida anterior, que menciono de nuevo, propicié en varios países la participación del sector privado en el trabajo con refugiados y desplazados, la última vez en junio de este año en Mónaco, porque el sector privado puede formar y capacitar personas, puede ofrecerles empleo, y eso ya empieza a cambiar vidas, también podemos aprender técnicas modernas de gestión; y siempre insistí en que debía ser parte de todo un proceso y no solo para solicitarle fondos. Y de El Salvador vengo entusiasmado por los esfuerzos que se están haciendo en materia de Responsabilidad Social Empresarial, por iniciativa propia del sector privado salvadoreño.
El Gobierno salvadoreño está empeñado en fomentar el desarrollo económico y social. La visita a Brasil que hizo el Presidente Funes acompañado de un número considerable de empresarios me parece de gran importancia. Por nuestra parte haremos grandes esfuerzos para promover la inversión del sector privado francés en El Salvador, así como en el área de la cooperación descentralizada.
Ya hay experiencias positivas de inversión francesa en El Salvador, por ejemplo, en Comalapa se encuentra uno de los pocos centros
certificados por Airbus para dar mantenimiento a sus aviones, Lacoste fabrica sus famosas camisas del cocodrilo, Total está presente con sus carburantes y lubricantes. En materia de cooperación hay también ejemplos importantes en saneamiento de aguas,construcción de escuelas, etc.
Tenemos que hacer ver que El Salvador es más que maras, que son reales y tremendas; más que una de las tasas de homicidio más altas de este planeta, y además para un país que no está en guerra, que todo eso es cierto y no solo no lo negamos, no intentamos negarlo, pero que también hay esfuerzos importantes con resultados tangibles como los que he mencionado, esfuerzos para construir un país de instituciones, respetuoso de las libertades, respetuoso de los derechos humanos, con una política exterior de Estado, de amistad con todos, sin alineamientos a bloques, sin ideologías y que busca proteger a sus nacionales en el extranjero y propiciar la inversión y la cooperación para avanzar en el camino del desarrollo, en un sentido integral.
En un artículo titulado “La Nueva Política Exterior de El Salvador”, publicado el 8 de junio de 2010, el señor Ministro de Relaciones Exteriores pasa revista de la política exterior y señala que “El Salvador aparece ante la comunidad internacional con una visión moderna, sin ataduras ideológicas. Tenemos una política exterior orientada por el interés de toda la nación, especialmente de los salvadoreños más desfavorecidos. Atrás quedaron las gestiones diplomáticas que favorecían los intereses de unos pocos”.
Recalca también la importancia de las relaciones con los Estados Unidos, el papel de liderazgo que tiene el país en Centroamérica, las relaciones con Brasil, la visión de los derechos humanos que reconoce la autoridad de los organismos internacionales, “el desafío de cumplir de buena fe y de acuerdo con nuestras posibilidades, compromisos por años postergados”, por ejemplo “la petición expresa de perdón que el presidente Funes hizo en nombre del Estado por crímenes abominables, como el asesinato de Monseñor Romero y los de los sacerdotes jesuitas y sus colaboradoras”; y el restablecimiento de relaciones con Cuba, entre otros.
Nuestra labor como Embajada y Consulado es brindarles todos los servicios y todo el apoyo que requieran. La Embajada y el Consulado de El Salvador son la casa de los salvadoreños y de los amigos de El Salvador y serán recibidos con afán de servirles y apoyarles, y siempre con una sonrisa. Ahora bien, hay medidas que es importantes que ustedes no dejen para el último minuto, por ejemplo:
• Que tengan sus pasaportes al día, pues saben que los pasaportes se hacen en El Salvador y que el trámite dura mes y medio en promedio;
• Que tengan todos sus documentos salvadoreños al día;
• Que se acerquen al Consulado para registrarse; queremos tener un censo actualizado de salvadoreños en Francia, y esto es aparte e independiente de su situación migratoria en Francia.
Quiero también dar un especial agradecimiento a las compatriotas que han hecho las pupusas, a la familia Argueta que siempre nos apoya y a la Sra. Alcira Martínez, así como a las colegas de la Embajada que han trabajado con intensidad para preparar este día conmemorativo; a la Asociación de salvadoreños, su presidente, junta directiva y miembros; su trabajo y actividad, a mi juicio, son fundamentales, pues la organización y fuerza de la comunidad depende de ustedes. Sé que el trabajo es intenso, pero vale la pena.
En la Embajada y el Consulado estamos para servirles, pero ustedes también pueden hacer mucho por su país. Ustedes están bien integrados en Francia, conocen el medio, pueden ayudar a su país a través de la Embajada, pero no para la gloria pasajera de los que ahora somos titulares, sino para el país. Necesitamos su ayuda, necesitamos, por ejemplo, pasantes que vengan a la Embajada a apoyarnos, válido para salvadoreños y amigos de El Salvador, y necesitamos tocar y abrir miles de puertas.
Enfrentamos grandes retos, entre ellos un desafío al país y al Estado que viene de parte del crimen organizado. Las maras tienen una dimensión nacional por lo que hemos hecho o dejado de hacer, Shakespere lo dijo claramente en su Julio César, “la culpa; Bruto [refiriéndose al hijo adoptivo del Emperador] no está en las estrellas; está en nosotros”, para decirles que no soy dado a atribuir todos mis males ni los de mi pueblo a extraños o extranjeros, pero en este caso, con la globalización, las maras tienen una dimensión regional e internacional y son una amenaza para la paz y la seguridad salvadoreña, así como para la paz y la seguridad regional e internacional.
Se requieren muchas medidas para afrontarlo, entre ellas, la recuperación de valores, el desarrollo económico y social, la educación, las oportunidades de empleo y cooperación internacional estrecha en materia de seguridad. Y hay que hacerlo muy rápido porque mientras
nosotros hablamos ellos hacen.
Estamos en la construcción de un país para todos. El 24 de marzo de 1980 me encontraba en Ginebra, joven estudiante “vagamundos”,cuando vi el titular de los periódicos locales que anunciaban el asesinato de Monseñor Romero. La desazón me invadió y me senté al
borde de una acera, que en Ginebra llamó la atención, y en aquel momento, pese a mi optimismo infinito y permanente, no podía imaginar que llegaríamos un día al país que tenemos hoy; un país de todos y para todos, país en construcción ciertamente. Venimos de lejos y venimos de donde asustan, pero hemos progresado y avanzado, más allá de nuestro imaginario.
Estamos en 2010, los problemas de hoy no son los de hace 80, 50 o 20 años, el mundo es otro, la bipolaridad terminó, no hay más muro en Berlín y Alemania está reunificada, tenemos nuevos retos, por ejemplo en materia de seguridad, y solo podemos enfrentarlos debidamente si nos ubicamos en el presente y dejamos atrás situaciones de hace 20 o 30 años.
Llegamos de El Salvador el jueves pasado y he de decirles que venimos optimistas con lo que vimos, de lo que presenciamos. El paro decretado por las maras no nos desanimó, ni a nosotros ni al resto de la población, nos sorprendió, si, nos sorprendió cómo desafiaban a la autoridad y a la sociedad, pararon los buses, pero no pararon el movimiento de personas; el ingenió nacional se manifestó y todos llegaron a trabajos y escuelas, tarde tal vez, pero llegaron.
Tenemos una historia de enfrentarnos y superar adversidades, empezando por la naturaleza que siempre nos recuerda su presencia a través de movimientos telúricos, inundaciones o sequías, pero no se trata solo de sobrevivir, se trata de hacer un a país y eso solo podemos hacerlo si superamos males imaginarios y remamos todos juntos en el mismo sentido. A mi juicio tenemos que lograr un país en que los nacionales viajen al extranjero porque tengan deseo de hacerlo y no que tengan que hacerlo para sobrevivir. Monseñor Romero lo resumió bien cuando dijo que “Es triste tener que dejar la patria porque en la patria no hay un orden justo donde puedan
encontrar trabajo”.
Lo salvadoreños son laboriosos, ingeniosos, disciplinados, honestos, alegres, ruidosos, recursivos, con gran creatividad que se manifiesta en las artes, con gran calidez humana y que no se dejan abatir ni por guerras, terremotos, inundaciones o maras, y en el decir de Roque Dalton, somos “los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo”.
Lo que será o no será El Salvador depende de nosotros, de lo que los salvadoreños hagamos de nuestro país.
Muchas gracias.
Al reflexionar sobre la independencia, es decir, los actos que llevaron a que El Salvador fuera país, vemos que hay tres rupturas, la ruptura con España, la ruptura con México y la ruptura de la Federación centroamericana; rehacer Centroamérica, ahora a través de la integración, sigue siendo uno de los grandes objetivos de la política exterior salvadoreña.
Y si pensamos en los que ha sido la trayectoria de El Salvador, digamos desde 1839 cuando se consolidó el colapso de la Federación centroamericana, constamos que se trata de un esfuerzo constante por construir un país. Fue claro que con solo declarar la independencia, o las independencias, no se hacía un país; había que construirlo. Y si bien esa independencia venía inspirada por los ideales de la Ilustración, el Siglo de las Luces, esas luces tardaron en llegar.
Tardaron porque si bien la idea de lo que debía ser el estado estaba bastante clara en el espíritu de muchos, libertad de expresión,libertad de asociación, libertad de culto, derecho a elegir y ser elegido, separación de poderes con pesos y contrapesos, instituciones fuertes y perdurables que continuaran con su trabajo independientemente de quién las dirigía, entre otros, en la práctica prevalecieron hombres fuertes para quienes las instituciones eran mero decoro, y que hicieron y deshicieron a su antojo. Y en economía, más que llegar a un verdadero capitalismo nos quedamos en versiones tardías del mercantilismo. Se trató, pues, de regímenes personalistas basados en el poder y no en el derecho. Hay una diferencia entre Estado fuerte y Gobierno represivo; en Europa, por ser el continente en que nos encontramos, hay ejemplos de Estados fuertes, sin gobiernos represivos; no necesitan serlo.
Tardaron porque si bien el estado lo concibieron eminentes juristas, y porque si bien para todo siempre hemos necesitado una ley, esas leyes, una vez aprobadas, fueron engavetadas. Una relación con la ley que a muchos de fuera y de dentro, cuesta entender.
Pero hubo tentativas para tratar de lograr un estado moderno basado en el derecho, por ejemplo, en 1948, que por distintos motivos no logró cuajar. La guerra, el proceso de paz y la construcción de la paz desde que se firmaron los acuerdos en Chapultepec el 16 de enero de 1992, han dado un impulso para que finalmente logremos el Estado basado en el derecho y dejemos atrás gobiernos basados en el poder, poder personal y personalista las más de las veces.
Con Chapultepec empezó también el esfuerzo de reconciliación, ese esfuerzo necesario para hacer la paz y hacer un país para todos los salvadoreños, un país donde quepan todos los salvadoreños, y todos los amigos de El Salvador desde luego. El Venado y El Colibrí, inspirados por el teatro ambulante del Siglo de Oro español, recorrieron el país leyendo sus poemas para mostrar que la paz y la reconciliación eran posibles, sus autores, Eduardo Sancho, el comandante Fermán Cienfuegos, uno de los negociadores de la paz por parte del FMLN, y David Escobar Galindo, poeta, uno de los negociadores de la paz por parte del Gobierno.
En Chapultepec se firmo la paz; callaron los cañones, pero a partir de allí comenzamos a hacer realidad la paz; a construirla. Tuvimos ayuda internacional y podemos destacar la Comisión de la Verdad que se ocupó de investigar las graves violaciones a los derechos humanos durante el conflicto, y que la dirigieron tres eminentes personalidades de Colombia, Venezuela y los Estados Unidos, y ONUSAL, pero también debemos destacar que la Comisión Ad Hoc, que se encargó de evaluar la fuerza armada la dirigieron tres nacionales.
Hemos aprendido a respetar opiniones políticas diferentes; hemos aprendido a no matarnos por tener opinión diferente; hemos aprendido a hacer elecciones limpias y a respetar la voluntad de los electores; hemos aprendido a respetar y aceptar que una antigua guerrilla se convirtió en partido político importante, que desde el inicio ganó importantes alcaldías y representación en la Asamblea Legislativa y que el año pasado ganó la Presidencia, y todo ha ocurrido sin sobresaltos, haciendo evidente que hay una institucionalidad que funciona; hemos aprendido que la separación de poderes, de pesos y contrapesos, es una realidad y que se manifiesta, por ejemplo, en las últimas decisiones de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, que pueden gustarnos o no, que demuestran el funcionamiento independiente de los poderes del Estado, tenemos una policía nacional civil y un ejército profesional que participa en operaciones de paz internacionales, y que ha sido llamado para hacer frente a los problemas de seguridad que enfrentamos.
Los desacuerdos, que los hay, se manifiestan en la Asamblea, se manifiestan por los medios, pero nadie se mata más por desacuerdos. Se respetan los derechos humanos y no hay presos políticos en El Salvador. Ya no se ignoran las instancias internacionales de Derechos Humanos, se colabora con ellas; ya no se ignora el pasado que vencía nuestras espaldas; ya no se elude responsabilidad. Para mí esto es muy importante, pues vengo del mundo de los derechos humanos; del mundo humanitario y me he incorporado al servicio exterior salvadoreño después de casi 30 años en las Naciones Unidas. No vengo, pues, a hacer carrera en el servicio exterior o en el Gobierno, mi carrera ya la hice y ya estoy jubilado, vengo a tratar de contribuir en algo, aportar algo, hacer algo por mi país, que nunca dejó de ser mi referente en mi largo andar por el mundo, en cuatro de cinco continentes.
Hay también conciencia, me atrevo a decir que creciente y más allá de fidelidades políticas, de que se necesita el desarrollo económico y social, para cimentar los avances logrados en el campo político. En 1999, durante esa vida anterior que ya mencioné, me tocó dar un discurso en un evento en San José que conmemoró 40 años de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y 30 años de la Convención Americana de Derechos Humanos, y di mi opinión sobre la relación que ha de existir entre derechos civiles y políticos por un lado, y derechos económicos, sociales y culturales por otro, y dije que tienen que ir de la mano, pues se refuerzan mutuamente y unos sin otros no son sostenibles en el tiempo. Este no es un gran descubrimiento mío, sencillamente lo demuestra la historia, cuando se estudia con espíritu abierto y sin ideas preconcebidas.
El desarrollo económico y social requiere la participación del Estado, del sector privado y de toda la población. En esa vida anterior, que menciono de nuevo, propicié en varios países la participación del sector privado en el trabajo con refugiados y desplazados, la última vez en junio de este año en Mónaco, porque el sector privado puede formar y capacitar personas, puede ofrecerles empleo, y eso ya empieza a cambiar vidas, también podemos aprender técnicas modernas de gestión; y siempre insistí en que debía ser parte de todo un proceso y no solo para solicitarle fondos. Y de El Salvador vengo entusiasmado por los esfuerzos que se están haciendo en materia de Responsabilidad Social Empresarial, por iniciativa propia del sector privado salvadoreño.
El Gobierno salvadoreño está empeñado en fomentar el desarrollo económico y social. La visita a Brasil que hizo el Presidente Funes acompañado de un número considerable de empresarios me parece de gran importancia. Por nuestra parte haremos grandes esfuerzos para promover la inversión del sector privado francés en El Salvador, así como en el área de la cooperación descentralizada.
Ya hay experiencias positivas de inversión francesa en El Salvador, por ejemplo, en Comalapa se encuentra uno de los pocos centros
certificados por Airbus para dar mantenimiento a sus aviones, Lacoste fabrica sus famosas camisas del cocodrilo, Total está presente con sus carburantes y lubricantes. En materia de cooperación hay también ejemplos importantes en saneamiento de aguas,construcción de escuelas, etc.
Tenemos que hacer ver que El Salvador es más que maras, que son reales y tremendas; más que una de las tasas de homicidio más altas de este planeta, y además para un país que no está en guerra, que todo eso es cierto y no solo no lo negamos, no intentamos negarlo, pero que también hay esfuerzos importantes con resultados tangibles como los que he mencionado, esfuerzos para construir un país de instituciones, respetuoso de las libertades, respetuoso de los derechos humanos, con una política exterior de Estado, de amistad con todos, sin alineamientos a bloques, sin ideologías y que busca proteger a sus nacionales en el extranjero y propiciar la inversión y la cooperación para avanzar en el camino del desarrollo, en un sentido integral.
En un artículo titulado “La Nueva Política Exterior de El Salvador”, publicado el 8 de junio de 2010, el señor Ministro de Relaciones Exteriores pasa revista de la política exterior y señala que “El Salvador aparece ante la comunidad internacional con una visión moderna, sin ataduras ideológicas. Tenemos una política exterior orientada por el interés de toda la nación, especialmente de los salvadoreños más desfavorecidos. Atrás quedaron las gestiones diplomáticas que favorecían los intereses de unos pocos”.
Recalca también la importancia de las relaciones con los Estados Unidos, el papel de liderazgo que tiene el país en Centroamérica, las relaciones con Brasil, la visión de los derechos humanos que reconoce la autoridad de los organismos internacionales, “el desafío de cumplir de buena fe y de acuerdo con nuestras posibilidades, compromisos por años postergados”, por ejemplo “la petición expresa de perdón que el presidente Funes hizo en nombre del Estado por crímenes abominables, como el asesinato de Monseñor Romero y los de los sacerdotes jesuitas y sus colaboradoras”; y el restablecimiento de relaciones con Cuba, entre otros.
Nuestra labor como Embajada y Consulado es brindarles todos los servicios y todo el apoyo que requieran. La Embajada y el Consulado de El Salvador son la casa de los salvadoreños y de los amigos de El Salvador y serán recibidos con afán de servirles y apoyarles, y siempre con una sonrisa. Ahora bien, hay medidas que es importantes que ustedes no dejen para el último minuto, por ejemplo:
• Que tengan sus pasaportes al día, pues saben que los pasaportes se hacen en El Salvador y que el trámite dura mes y medio en promedio;
• Que tengan todos sus documentos salvadoreños al día;
• Que se acerquen al Consulado para registrarse; queremos tener un censo actualizado de salvadoreños en Francia, y esto es aparte e independiente de su situación migratoria en Francia.
Quiero también dar un especial agradecimiento a las compatriotas que han hecho las pupusas, a la familia Argueta que siempre nos apoya y a la Sra. Alcira Martínez, así como a las colegas de la Embajada que han trabajado con intensidad para preparar este día conmemorativo; a la Asociación de salvadoreños, su presidente, junta directiva y miembros; su trabajo y actividad, a mi juicio, son fundamentales, pues la organización y fuerza de la comunidad depende de ustedes. Sé que el trabajo es intenso, pero vale la pena.
En la Embajada y el Consulado estamos para servirles, pero ustedes también pueden hacer mucho por su país. Ustedes están bien integrados en Francia, conocen el medio, pueden ayudar a su país a través de la Embajada, pero no para la gloria pasajera de los que ahora somos titulares, sino para el país. Necesitamos su ayuda, necesitamos, por ejemplo, pasantes que vengan a la Embajada a apoyarnos, válido para salvadoreños y amigos de El Salvador, y necesitamos tocar y abrir miles de puertas.
Enfrentamos grandes retos, entre ellos un desafío al país y al Estado que viene de parte del crimen organizado. Las maras tienen una dimensión nacional por lo que hemos hecho o dejado de hacer, Shakespere lo dijo claramente en su Julio César, “la culpa; Bruto [refiriéndose al hijo adoptivo del Emperador] no está en las estrellas; está en nosotros”, para decirles que no soy dado a atribuir todos mis males ni los de mi pueblo a extraños o extranjeros, pero en este caso, con la globalización, las maras tienen una dimensión regional e internacional y son una amenaza para la paz y la seguridad salvadoreña, así como para la paz y la seguridad regional e internacional.
Se requieren muchas medidas para afrontarlo, entre ellas, la recuperación de valores, el desarrollo económico y social, la educación, las oportunidades de empleo y cooperación internacional estrecha en materia de seguridad. Y hay que hacerlo muy rápido porque mientras
nosotros hablamos ellos hacen.
Estamos en la construcción de un país para todos. El 24 de marzo de 1980 me encontraba en Ginebra, joven estudiante “vagamundos”,cuando vi el titular de los periódicos locales que anunciaban el asesinato de Monseñor Romero. La desazón me invadió y me senté al
borde de una acera, que en Ginebra llamó la atención, y en aquel momento, pese a mi optimismo infinito y permanente, no podía imaginar que llegaríamos un día al país que tenemos hoy; un país de todos y para todos, país en construcción ciertamente. Venimos de lejos y venimos de donde asustan, pero hemos progresado y avanzado, más allá de nuestro imaginario.
Estamos en 2010, los problemas de hoy no son los de hace 80, 50 o 20 años, el mundo es otro, la bipolaridad terminó, no hay más muro en Berlín y Alemania está reunificada, tenemos nuevos retos, por ejemplo en materia de seguridad, y solo podemos enfrentarlos debidamente si nos ubicamos en el presente y dejamos atrás situaciones de hace 20 o 30 años.
Llegamos de El Salvador el jueves pasado y he de decirles que venimos optimistas con lo que vimos, de lo que presenciamos. El paro decretado por las maras no nos desanimó, ni a nosotros ni al resto de la población, nos sorprendió, si, nos sorprendió cómo desafiaban a la autoridad y a la sociedad, pararon los buses, pero no pararon el movimiento de personas; el ingenió nacional se manifestó y todos llegaron a trabajos y escuelas, tarde tal vez, pero llegaron.
Tenemos una historia de enfrentarnos y superar adversidades, empezando por la naturaleza que siempre nos recuerda su presencia a través de movimientos telúricos, inundaciones o sequías, pero no se trata solo de sobrevivir, se trata de hacer un a país y eso solo podemos hacerlo si superamos males imaginarios y remamos todos juntos en el mismo sentido. A mi juicio tenemos que lograr un país en que los nacionales viajen al extranjero porque tengan deseo de hacerlo y no que tengan que hacerlo para sobrevivir. Monseñor Romero lo resumió bien cuando dijo que “Es triste tener que dejar la patria porque en la patria no hay un orden justo donde puedan
encontrar trabajo”.
Lo salvadoreños son laboriosos, ingeniosos, disciplinados, honestos, alegres, ruidosos, recursivos, con gran creatividad que se manifiesta en las artes, con gran calidez humana y que no se dejan abatir ni por guerras, terremotos, inundaciones o maras, y en el decir de Roque Dalton, somos “los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo”.
Lo que será o no será El Salvador depende de nosotros, de lo que los salvadoreños hagamos de nuestro país.
Muchas gracias.
